YOGA Y SU TRABAJO EMOCIONAL

Hace algunos años comencé a impartir clases de yoga para adolescentes en un Instituto cerca de donde tengo mi centro de formación en Granada, tampoco sabía muy bien qué me movía a dirigirme a este sector, quise dejarme llevar por mi intuición y ya llevo cinco años conociendo y aprendiendo con ellas (por ahora el grupo es mayormente de chicas).
Quiero compartirles parte del trabajo que tuve que presentar al Instituto para que me dieran oportunidad de entrar a impartir yoga.
Las características propias de la etapa evolutiva en la que se encuentran los adolescentes, les sumergen en un período de nuevos descubrimientos, sentimientos desconocidos, responsabilidades y expectativas diferentes, en un entorno con un complejo entramado de relaciones sociales, ellos/as se encuentran ante la necesaria etapa de diferenciarse de los padres para encontrar su propia forma de relacionarse con el mundo que les rodea (padres, amigos, profesores y un largo etcétera), esto constituye un periodo quizá más complejo para los padres que se enfrentan ante cómo seguir manteniendo los criterios establecidos como padres y, al mismo tiempo, crear el espacio necesario para acompañar a sus hijos/as en esta nueva etapa, en la que construyen su propia personalidad para desenvolverse con autonomía y eficacia en el mundo adulto. Todo esto depara numerosas situaciones de especial vulnerabilidad, frustración y soledad.
Escribí esto sin saber que pronto, junto con la práctica de yoga, las chicas no solo moverían sus cuerpos, estirarían sus músculos y tendones engarrotados por tantas horas de estudio o de estar sentadas por muchas horas de clase, sino que además de movilizar el cuerpo, su respiración y el contacto consciente con el respirar, también la práctica de yoga las llevaría a movilizar sus emociones y las cosas por las que cada una atraviesa, de alguna manera lo sabía por mi propia experiencia, lo que no sabía es que sería tan rápido en el caso del adolescente.
Mientras ell@s van creciendo y experimentando sus propios desafíos, la vida les atraviesa. Hace unos pocos meses una de ellas perdió a su mamá, yo estaba de viaje y no me enteré hasta después que otra de ellas me lo contó. De ahí nació fervientemente mi deseo de crear un grupo que pudiera darles sostén a los momentos difíciles que atraviesan, que pudiera crear un tejido un poco más resistente para los momentos donde sentimos que caemos en “picado”.
